La ruta etnobotánica de Boniches es un viaje donde naturaleza y memoria se entrelazan. El paisaje nos envuelve con su diversidad: bosques de ribera frescos y fértiles, pinares resineros que aún guardan cicatrices del trabajo humano, jaras y cantuesos que llenan el aire de aromas, y frutales que resisten como testigos silenciosos de antiguas huertas.
A lo largo del camino descubrimos plantas medicinales y comestibles, recuerdos de la botica de las abuelas, que convirtieron el conocimiento popular en remedios para la vida diaria. También nos acompañan las leyendas y simbolismos de árboles como el tejo, el nogal o la encina, que hablan de un mundo donde la naturaleza no era solo sustento, sino también cultura, espiritualidad y protección.
El agua es el hilo conductor: manantiales, fuentes y riberas nos recuerdan la importancia de este recurso en la vida del pueblo. Junto a ellos, aves, insectos y pequeños mamíferos completan un mosaico de biodiversidad que late en cada rincón.
La ruta no es solo un paseo por la flora y la fauna; es también un recorrido por la historia viva de Boniches. Cada piedra, cada tronco y cada raíz guardan el eco de generaciones que supieron convivir con el entorno, aprovechando sus recursos con respeto y transmitiendo saberes de generación en generación.
Caminar por este sendero es descubrir que el paisaje es mucho más que naturaleza, es memoria, cultura y un patrimonio que merece ser recordado y compartido.
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